San Luis Potosí atraviesa una de las etapas más oscuras en materia democrática. La crisis de gobernabilidad y la imposición de ideas desde el poder han socavado los cimientos de las instituciones que, en teoría, deberían garantizar la justicia y los derechos de la ciudadanía. Entre ellas, el Tribunal Electoral de San Luis Potosí, que se ha convertido en el rostro más visible de esta decadencia.
Ya no estamos hablando de simples errores o malas interpretaciones de la ley. Estamos frente a un tribunal que ha traicionado sus principios, sus valores y, lo más grave, la confianza de la ciudadanía.
No es un caso aislado ni un desliz ocasional. Las pruebas sobran. No fueron uno ni dos los momentos en que el tribunal actuó sin criterio propio, dejando claro que sus resoluciones no responden a la legalidad, sino a intereses particulares. Testimonios confirman lo que ya todos sabemos: ya no hay independencia, ya no hay justicia. Sus decisiones están dictadas por acuerdos oscuros y personales y los compromisos políticos han reemplazado los principios de legalidad y certeza que deberían regirlo.
La magistrada Presidenta; y los secretarios de estudio y cuenta en funciones de magistrados en San Luis Potosí, ya no defienden los derechos políticos de la ciudadanía ni actúan como contrapeso del poder. Por el contrario, operan desde el miedo, la sumisión y la complacencia. Cada resolución errónea e irracional es evidencia del temor de confrontar al gobierno estatal, que avanza en su objetivo de consolidar un poder autoritario y sin contrapesos, capaz de ocultar lo más siniestro en el intento de perpetuarse en el poder.
Es así como vivimos la degradación de la democracia en nuestro Estado, peldaño a peldaño, la escalera construida con base en luchas ciudadanas que costaron esfuerzo, dedicación y en algunas ocasiones hasta sangre. Mientras el TEESLP observa en silencio o, peor aún, como cómplice activo en este derrumbe.
Apreciable lector, no hay que bajar los brazos, San Luis Potosí merece un tribunal autónomo, integrado por hombres y mujeres valientes, no marionetas. Merece instituciones imparciales y comprometidas con la democracia. No podemos permitir que siga siendo servil a quienes se sirven del poder. Hoy nos toca resistir y luchar por lo que alguna vez fue San Luis Potosí.
¡Resistencia!
