Dicen que los gatos tienen siete vidas, pero el PRD parece tener una más, al menos en San Luis Potosí. Sí, el partido que alguna vez prometió la revolución desde la izquierda ha pasado de rugir como león a maullar como un gatito acorralado. En el ámbito nacional, perdió su registro —una crónica de una muerte anunciada desde hace años—, pero en San Luis Potosí logró algo casi milagroso: mantener el registro estatal, aunque no sin antes enfrentarse a un peculiar ataque legal.
Y aquí entra lo interesante. Los impugnadores de su existencia no fueron otros que el PRI y el PVEM, campeones de la defensa democrática cuando les conviene. Estos partidos, que saben moverse como verdaderos tiburones en aguas políticas, trataron de eliminar al PRD del panorama local, pero el pequeño sobreviviente logró esquivar el mordisco final. Más curioso aún fue el papel del PRI, que hasta hace poco fue aliado del PRD en las elecciones pasadas. La política, como siempre, demostrando que los pactos son tan sólidos como pan remojado en café.
Ahora bien, ¿por qué tanto interés en eliminar al PRD? Tal vez porque, incluso en su versión más disminuida, un competidor es un competidor. Y en el juego político, tener una fuerza menos en el tablero siempre es atractivo, sobre todo para quienes se han especializado en controlar las reglas a su favor. Sin embargo, el PRD resistió, y aunque ganó el derecho a existir en San Luis Potosí, lo hizo con un premio de consolación que raya en la burla.
El CEEPAC, en una decisión que parece más estratégica que casual, y en evidente sumisión y obediencia a la administración estatal, le asignó un presupuesto de apenas 4 millones de pesos. ¿El problema? Legalmente, por la cantidad de votos obtenida en el 2024, deberían ser 9 millones. Pero parece que el órgano electoral tomó una decisión que podría interpretarse como una lección: “puedes quedarte, pero no te lo haremos fácil» ¿Qué se hace con eso en un año? Apenas alcanza para unas lonas, algo de papelería y uno que otro evento mal iluminado.
El PVEM de Ricardo Gallardo, con su habilidad para dictar las reglas del juego, y ahora con el PRI de Sara Rocha jugándole al esquirol, han dejado claro que no hay espacio para rivales en este ecosistema. La pregunta es: ¿a qué le temen? Si el PRD es tan irrelevante como insinúan, ¿por qué tanto esfuerzo para eliminarlo? Quizás porque saben que en la política potosina nada está escrito y un partido pequeño, bien manejado, puede convertirse en una piedra en el zapato.
Por otro lado, el PRD se enfrenta a un panorama complicado. Con apenas 4 millones de pesos, su margen de maniobra es tan reducido que tendrá que ser más creativo que nunca. Pero en lugar de victimizarse, tal vez debería enfocarse en reinventarse y demostrar que, incluso con poco, puede ser una fuerza significativa. Al final del día, no importa cuánto dinero tengas, sino cómo lo usas.
Así que, aunque PRI y PVEM intentaron borrar al PRD del mapa potosino, este logró resistir. No es una victoria épica, pero sí una muestra de que, incluso en medio de un sistema que favorece a los grandes, los pequeños también pueden encontrar su lugar. Eso sí, el reto será mantenerse relevante, porque en un ecosistema donde los tiburones dominan, solo los más astutos sobreviven.
