La Guardia Municipal de Soledad de Graciano Sánchez enfrenta un nuevo episodio de descrédito institucional. A la ya deteriorada reputación de su corporación policial, se suma ahora un bochornoso hecho: la Guardia Civil del Estado tuvo que retirarles las patrullas ante la incapacidad de la administración local para garantizar siquiera combustible y mantenimiento básico de las unidades.
La gravedad de la situación no se detuvo ahí. Tras recibir vehículos prestados para intentar salvar las apariencias, los agentes de Soledad no tardaron en protagonizar un vergonzoso operativo que rayó en la ilegalidad. En un acto que despierta serias dudas sobre sus facultades y jurisdicción, realizaron una detención fuera de su demarcación, en pleno corazón de la capital potosina, violando protocolos y sembrando desconfianza entre la ciudadanía.
El episodio dejó un inquietante saldo de interrogantes: ¿Quién les ordenó intervenir fuera de su municipio? ¿Con qué respaldo actuaron? Más allá de las respuestas pendientes, lo que quedó dolorosamente evidente fue la total falta de preparación y legitimidad con la que estos elementos se conducen.
El regreso de estas patrullas, ahora recicladas y ajenas, lejos de devolver la calma, refuerza la percepción de una policía que opera al filo de la legalidad y cuya presencia en las calles más parece un instrumento de intimidación que una garantía de seguridad pública.
