La plataforma Netflix lanzó la séptima temporada de Black Mirror, compuesta por seis episodios inéditos que incluyen la primera secuela oficial de “USS Callister”, titulada “USS Callister: Into Infinity”. Con un elenco encabezado por Jesse Plemons, Cristin Milioti, Awkwafina y Peter Capaldi, la serie regresa tras dos años de pausa, apostando por historias que, más allá del horror tecnológico, se adentran en la complejidad de las emociones humanas.
En contraste con entregas anteriores, esta temporada enfatiza el componente sentimental. “Hotel Reverie” fusiona nostalgia cinematográfica con romance queer, mientras “Common People” y “Eulogy” critican el sistema de salud y exploran el duelo asistido por inteligencia artificial. “Bête Noire” y “Plaything” retoman el terror psicológico al enfrentarnos a inteligencias digitales fuera de control, y el final prolongado de “USS Callister” profundiza en la identidad de las copias digitales que habitan un universo virtual infinito.
Uno de los episodios más comentados gira en torno a implantes neuronales: una madre utiliza un chip cerebral para monitorear la salud de su hija en tiempo real. Aunque en la ficción esta tecnología sirve para enfatizar la invasión a la privacidad y el riesgo de dependencia, en el mundo real proyectos como Neuralink de Elon Musk ya han obtenido la aprobación de la FDA para iniciar ensayos en humanos, con el objetivo de restaurar funciones motoras y, eventualmente, conectar el cerebro a computadoras externas.
Con su séptima temporada, Black Mirror refuerza su papel como espejo distópico de nuestras decisiones colectivas: nos alerta sobre la celeridad con la que la tecnología atraviesa fronteras éticas y pone en jaque nuestra autonomía.
