“Defensa del agua: movimientos sociales” fue una de las mesas de diálogo que se realizó en el 3er. Foro Estatal del Agua, organizado por la Facultad de Ciencias Químicas y el Grupo Universitario del Agua, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP); la cual contó con la participación de indígenas mazahuas, tének, habitantes de San Marcos Mexquitic y de la col. Satélite, quienes alzaron la voz para narrar cómo les afecta la crisis hídrica que se vive en diferentes regiones del país.
Portando con orgullo su vestimenta típica de vibrantes colores y ataviadas con collares de chaquira y brillantes arracadas, a nombre de la región mazahua tomaron el micrófono María Antonieta Hernández Carmona, originaria de la comunidad de San Lorenzo Cuauhtenco, municipio de Almoloya de Juárez, en el Estado de México y Guadalupe Acevedo Agapito, de la comunidad de Loma de Juárez, en el municipio de Villa de Allende, localizada a seis kilómetros del sistema Cutzamala, que dota de agua a grandes lugares como la Ciudad de México.
Con frases como “la comunidad somos los guardianes del agua; los pueblos indígenas somos personas responsables de los territorios que poseen los recursos naturales; hay consumo desmedido de nuestra agua porque está siendo comercializada y trasladada a otros lugres; no es de gente que en las ciudades jalen una palanca y tiren litros de agua limpia; tenemos más de 3 mil años ocupando territorios y cuidando nuestra agua”, plantearon su postura ante la problemática del agua que padecen.
Convocadas por investigadores, las líderes indígenas son el rostro vivo de un añejo reclamo social, que no sólo es a las autoridades sino también a la ciudadanía. Al oírlas, su sentir se vuelve actual. No tiene que ver sólo con el resguardo del territorio y una de sus riquezas como es el agua, sino con los comportamientos que como sociedad hemos tenido en una vida que consume sin analizar las consecuencias.
La voz de estas mujeres es algo que rara vez se escucha. Sólo una actividad como el 3er. Foro Estatal del Agua lo hizo posible y es un claro ejemplo de la determinación de los pueblos originarios que constitucionalmente han peleado y reciben el derecho de conservación de los territorios. Pero que de alguna forma también viven sus problemas ambientales quizá agravados ahora por las exigentes necesidades de grandes ciudades.
Moderada por el doctor Francisco Peña, investigador de El Colegio de San Luis, la mesa de diálogo contó también con la presencia de la maestra Migdy García, del Observatorio Socioambiental de la Universidad Iberoamericana, de La Laguna, Torreón; así como de Rafael Reyes Martínez, comunidad de La garza, consejero indígena de la región tének, quien expresó su preocupación ante el hecho de que los gobiernos federal, estatal y municipales, están viendo cómo hacer llegar a la huasteca a grandes empresas hoteleras a invadir su territorio.
“No fue gratis la ampliación de la carretera México-Laredo a cuatro carriles, se viene pensando invadir a la huasteca para despojar a los pueblos indígenas de sus territorios porque somos pobres en nuestros bolsillos no tenemos dinero, pero sí somos ricos en agua, bosque, petróleo y gas, entre otros recursos que están en el subsuelo”, afirmó.
Por su parte, Juana María Escobar, integrante del comité comunal de San Marcos, Mexquitic, narró cómo desde hace varios años los pobladores de la zona se han organizado para defenderse de empresas inmobiliarias que pretenden despojarlos de sus tierras y que ponen en riesgo al Río Calabacillas. En tanto, María Elena Mata, de la junta de vecinos de la colonia Satélite, cedió la voz a un vecino que detalló la forma en que el abasto de agua potable se ha visto disminuido en cantidad y calidad, desde la instalación de la Feria Nacional Potosina en esa zona de la capital. Si bien es poco lo que se suele conocer de sus posturas, las aportaciones y los puntos de vista de este sector de la población permiten cuestionar actos como: ¿por qué comercializar el agua si es un derecho humano?, ¿por qué el indígena comparte su agua y regresa a él a través de un producto que la contamina?, ¿por qué en pleno siglo XXI cuando la inteligencia artificial nos resuelve gran parte de la vida en las ciudades, seguimos tirando agua limpia en tiempo de escasez con tan sólo jalar la palanca del inodoro? Será que, como dicen las representantes del pueblo mazahua: ¿no somos gente?